Un 80% de los menas que llegan a nuestro país proceden de Marruecos. Vienen impulsados muchas veces por su propia familia y sabiendo de forma “organizada” como llegar al punto de cero para pasar el Mediterráneo y llegar a España. Muchos de ellos, llegados a Melilla, esperan que esta Ciudad Autónoma los traslade a centros de acogida de la península. Según un director de uno de estos centros, también marroquí, “la capital catalana se ha convertido en una especie de El Dorado” para los menas. Además, como reconoce el mismo director, las ayudas recibidas por los menas -más garantistas que en otros países- “producen un efecto llamada”. Un efecto llamada que con toda seguridad se hará más patente tras la aprobación en Cataluña de dar 664€ mensuales a los menas hasta que cumplan 23 años con el único requisito de estar apuntado a una educación reglada. No deja de ser contradictorio, y hasta ofensivo, que los más de 12.000 menas que hay en España puedan recibir del erario público español esa cantidad cuando en España hay más de tres millones de jubilados que cobran pensiones por debajo del umbral de la pobreza y Marruecos se lava las manos desentendiéndose de sus obligaciones como Estado para con sus ciudadanos.
Desde Pueblo estamos hartos de que ciertos temas sean tabú, que no puedan ser tratados con la debida firmeza y responsabilidad que precisan, y que quién lo hace, o intente hacerlo, sea acusado automáticamente de racista o xenófobo.
Los problemas que afectan a todos deben ser afrontados con sensatez, mirando siempre el bien común, las causas y los efectos, y los menas y las consecuencias del efecto llamada son un problema.
Es vergonzoso, por no usar otras palabras, que, por ejemplo, las últimas violaciones que han sufrido varias menores por parte de menas hayan sido “tapadas” en lo posible, siendo tratadas en “voz baja”, para que no se despertara un sentimiento de indignación similar al de “la manada”, como si hubiera “manadas” de distinto grado o violaciones diferentes según quién sea el violador.
España debe de exigir a Marruecos que cumpla con los compromisos adquiridos; que cumpla con sus deberes para con sus ciudadanos; que acate la Carta Internacional de Derechos Humanos; que la dictadura marroquí deje de “expulsar” alegremente a sus “súbditos” para que otros países les otorguen derechos que el Régimen de Mohamed VI les niega.

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