Días atrás se ha abierto un interesante debate mediático con respecto a la muerte de Mª José Carrasco, de 69 años de edad, que padecía una esclerosis múltiple desde 1989, una enfermedad degenerativa que en los últimos diez años la hizo dependiente para todas las actividades de la vida diaria, por lo que el dolor y un sufrimiento por una enfermedad terminal y degenerativa convertían su vida en un infierno diario tanto para ella, como para su entorno familiar más íntimo.
Desde hace años, a causa de los sufrimientos que le provocaba su enfermedad, Mª José expresó de forma reiterada y firme su voluntad de morir. Estaba en plenitud de facultades mentales y era, por tanto, dueña de su vida y de su cuerpo. Incapaz de mover las manos, solicitó la ayuda de Ángel Hernández, su marido, para cumplir su deseo de morir.
Entendemos, que el derecho a la vida no puede justificar obligar a una persona a vivir una vida deteriorada, con un sufrimiento inadmisible e irreversible, donde ya los medicamentos no pueden paliar o incluso mantenerte en un estado vegetativo durante años en una lenta agonía.
Y aunque nos alegramos de que los nuevos avances en el campo científico y sanitario nos hayan ayudado a mejorar nuestra salud y calidad de vida aumentando nuestra esperanza de vida, creemos que en casos en los que se hayan agotado todas las medidas de asistencia médica y social,contando además con el expreso deseo del paciente, afectado de una enfermedad de carácter terminal y degenerativo irreversible, se detenga un inútil sufrimiento que ha servido para agravar situaciones límite, con repercusiones en familiares, que se ven desbordados física y psicológicamente para conseguir un constante cuidado diario, en el que la Ley de dependencia ha sido más que insuficiente, al igual que la respuesta institucional, desbordada ante la falta de medios.
Y aunque más del 80% de la población está a favor de despenalizar la eutanasia, el artículo 143 del Código Penal sigue castigándola con penas de
prisión, por lo que entendemos que las leyes no pueden seguir prolongando dramáticas situaciones en muchas personas que aspiran a una muerte digna y menos aún a que tengan que ser los propios familiares y no profesionales, quienes lleven a cabo este lamentable suicidio asistido.
Sobre la eutanasia

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