«La ley parte del principio de que la violencia sobre la mujer es estructural, producto “de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres”. Eso significa que todos los varones, por el hecho de serlo, son potencialmente maltratadores. Esa afirmación no demostrada, justifica la injusticia de que los dos sexos no respondan de sus acciones de la misma manera, lo que es un agravio tanto para los hombres, que son castigados de forma mucho más severa, como para las mujeres, que somos despojadas de nuestra naturaleza humana más esencial, la responsabilidad sobre nuestros actos, y tornadas en infantiles e inmaduras y, por ello, necesitadas de la “especial protección” de las instituciones.»
Prado Esteban
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