Con el cierre este año de las últimas 26 minas de carbón, termina un capítulo de la historia de nuestro país para una de las profesiones más nobles y a la vez más sacrificadas a las que costó tanto ganarse unos derechos y reconocimiento tras siglos de abnegadas luchas sociales y huelgas por el bienestar de sus familias de esta actividad tan peligrosa e ingrata, quedando aún 2.000 mineros de los más de 50.000 que había en 1985, de un sector energético que con la Globalización tiende a desaparecer ante la importación de un 90% del carbón extranjero.
La medida también afectará indirectamente a 15 centrales térmicas que siguen usando carbón para conseguir electricidad, hasta su cierre definitivo en el 2020, afectando al desarrollo industrial de la zona en Asturias, León y Aragón, sumándose a la ya difícil situación de otros tantos sectores ante las salvajes políticas neoliberales.
Es por ello nuestra máxima preocupación por el futuro de nuestro tejido productivo por no haber sabido abordar la reconversión del sector primario, ante el desafío de las nuevas revoluciones tecnológicas del que depende la sostenibilidad de nuestra producción y empleos, frente a la precariedad de un mercado laboral demasiado enfocado en el turismo y el sector servicios.
Cierre de las últimas 26 minas de carbón

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