El capitalismo, abandonado por sus propios medios, inevitablemente destruye aquellos que se interponen en el camino de la explotación de los recursos naturales; y aquellos individuos, como campesinos y agricultores subsistentes, que se dedican a actividades que no contribuyen al «crecimiento» económico ni producen plusvalor o ganancia.
En México por ejemplo, productos de EEUU procedentes de una agricultura subvencionada, más baratos que los Mexicanos, que en un mercado sin aranceles, gracias a los Tratados de libre Comercio han arruinado y desplazado a 2 millones de pequeños agricultores hacia las ciudades o como Inmigrantes ilegales, generando bolsas de pobreza, con un aumento exponencial de la delincuencia, destrucción del tejido social de la nación y el aumento de la violencia, con ciudades como Juárez que sufren niveles de violencia comparables a las naciones en guerra.
Así como en otras zonas de América Latina o África, se han producido, según ACNUR, más de 65 millones de desplazados impulsado por la explotación de los recursos naturales de cientos de países, particularmente petróleo, carbón y oro , por empresas extranjeras.
En el que ya no se trataría de una explotacion producida por Estados como en el siglo pasado, sino por multinacionales que seguirían consolidando ese fenómeno conocido como Globalización, que no dejaría de ser otra forma de Colonizacion pero más inhumana, al generar más de 24 desplazados por minuto.
Citando al físico y filósofo indio Vandana Shiva, Leech explica que, bajo el capitalismo, «nada tiene valor hasta que ingrese al mercado». Shiva señala que bajo el capitalismo «si consumes lo que produces, en realidad no produces, al menos no económicamente hablando». Si cultivo mi propia comida y no la vendo, entonces esto no contribuye al PIB, y por lo tanto no contribuye al crecimiento «. Más bien, para los agricultores de subsistencia,» la naturaleza existe como un bien común «. además, y quienes trabajan en él, simplemente no están permitidos en el capitalismo.
Como explican Leech y Shiva, los que trabajan en bienes comunes deben «incorporarse, a menudo mediante coerción, en las esferas cada vez más amplias de producción y circulación», o simplemente deben destruirse. Este proceso, como Leech explica, es lo que Karl Marx denominó «acumulación primitiva», y es un proceso bastante desagradable, donde sea que se lleve a cabo.
Leech explica que, a medida que el capitalismo comenzaba a entrar en pleno auge en Gran Bretaña a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, el Parlamento británico aprobó una serie de Actas de confinamiento que privatizaban tierras comunales y «evitaban la práctica del pastoreo de muchas generaciones». animales y cultivando sus cultivos en tierras comunales, forzándolos así a mudarse a las ciudades en busca de trabajo.
Donde con la Globalización, este fenómeno se repetiría, pero acentuado con un conflicto intercultural, debido a los graves problemas que suponen grandes masas humanas desubicadas, desplazadas a través de estos flujos migratorios desde millones de kilómetros, convirtiéndose la Globalización como el mayor genocida del S.XXI.
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